El conejo de la suerte
El conejo de la suerte
Por:Ada
Había una vez un conejo muy, muy pequeño, que se llamaba Átomo y vivía con familia de científicos.
Le hacían tomarse una especie de medicinas, o al menos así es como lo llamaban, que a él no le gustaban nada, así que las escupía siempre que podía. Pero no era fácil, porque el niño pequeño siempre se quedaba ahí, vigilándolo. Un día dijo (en idioma conejo, por supuesto)- ¡No aguanto más aquí, me voy a escapar!- y la noche siguiente, sin tomarse la medicina, se escapó. Ellos vivían en un pueblo con muy pocos habitantes llamado "Pond. Entonces se fue saltando por un caminito que había. Al final del camino había una alegre casa llena de colorines. La puerta era enorme, con un montón de flores pintadas, luego había dos bancos uno a la derecha y otro a la izquierda de la puerta, el suelo era de madera de pino. Se metió dentro, debajo del banco, porque estaba empezando a llover, y ahí fue donde durmió esa noche. Al día siguiente se despertó con el kikirikí de un gallo, la noche anterior no se había dado cuenta de que había una parcela con unos cuantos gallos y gallinas. Se levantó y estaba muchísimo más alto. Era muy raro. Se miró las patitas y en vez de patitas tenía piernas como los humanos. Vió un espejo detrás de la casa donde había dormido ese día y vió que era un niño de más o menos once años con el pelo castaño y con los ojos muy verdosos. Unos tres minutos después, una niña salió por la puerta trasera de esa casa y al verle se pusó a gritar, Átomo no sabía por qué gritaba la niña, pero le dió tanto miedo que se fué corriendo.
Le hacían tomarse una especie de medicinas, o al menos así es como lo llamaban, que a él no le gustaban nada, así que las escupía siempre que podía. Pero no era fácil, porque el niño pequeño siempre se quedaba ahí, vigilándolo. Un día dijo (en idioma conejo, por supuesto)- ¡No aguanto más aquí, me voy a escapar!- y la noche siguiente, sin tomarse la medicina, se escapó. Ellos vivían en un pueblo con muy pocos habitantes llamado "Pond. Entonces se fue saltando por un caminito que había. Al final del camino había una alegre casa llena de colorines. La puerta era enorme, con un montón de flores pintadas, luego había dos bancos uno a la derecha y otro a la izquierda de la puerta, el suelo era de madera de pino. Se metió dentro, debajo del banco, porque estaba empezando a llover, y ahí fue donde durmió esa noche. Al día siguiente se despertó con el kikirikí de un gallo, la noche anterior no se había dado cuenta de que había una parcela con unos cuantos gallos y gallinas. Se levantó y estaba muchísimo más alto. Era muy raro. Se miró las patitas y en vez de patitas tenía piernas como los humanos. Vió un espejo detrás de la casa donde había dormido ese día y vió que era un niño de más o menos once años con el pelo castaño y con los ojos muy verdosos. Unos tres minutos después, una niña salió por la puerta trasera de esa casa y al verle se pusó a gritar, Átomo no sabía por qué gritaba la niña, pero le dió tanto miedo que se fué corriendo.
Continuará...
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